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¿Cómo se forman las cicatrices?

Publicado el04/11/2015

Una caída de la infancia, un golpe contra una esquina, son anécdotas de nuestra vida que solemos llevar marcadas en nuestra piel a través de cicatrices. Estas marcas significan una desfiguración en nuestra piel, aunque en muchas culturas se utilizan para recordar algún rito superado, o simplemente como decoración estética.

Pero la secuela no es solamente estética, si no que existe una disfunción importante en las células epidérmicas de las zonas cicatrizadas.

Las células sanas del tejido epidérmico están unidas por colágeno. Esta conexión es imprescindible para el correcto intercambio de nutrientes, la comunicación intercelular y la adhesión. Si se produce una herida profunda, esta conexión se interrumpe. Durante la curación el colágeno se recoloca en el lugar de la herida pero no lo hace de la forma original, si no que se reordena de manera diferente e incluso acumula más colágeno del que habría en un fragmento de piel sana, por lo que se impiden los procesos naturales como son el sudor, el crecimiento del cabello, la regulación de la temperatura corporal y se reduce su elasticidad. La piel cicatrizada, a la que ya se le ha caído la costra, es más sensible y delicada que la piel sana, por lo que debemos protegerla con ambientes húmedos durante su curación.

En los músculos y órganos internos esta cicatrización es conocida como fibrosis. Por ejemplo, el corazón, después de un infarto, muestra una zona de cicatrización, lo que significa la pérdida de su función y movimiento originales.

Afortunadamente los avances médicos en materia de cicatrización son inminentes. Sabemos cómo frenar la producción excesiva de colágeno en heridas, como utilizar células del cuerpo para que  regeneren el tejido dañado.

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